¡Es hora de emprender el vuelo!

Porque la porción del Señor es su pueblo; Jacob es su herencia asignada. Lo halló en una tierra desolada, en la rugiente soledad del yermo. Lo protegió y lo cuidó; lo guardó como a la niña de sus ojos; como un águila que agita el nido y revolotea sobre sus polluelos, que despliega su plumaje y los lleva sobre sus alas. Deuteronomio 32:9-11 (NVI)

 

Poco antes de que el tiempo llegue para que el águila madre ponga sus huevos, se asegura de construir un nido para sus polluelos y cuando el tiempo de ver la luz del día se acerca para los pequeños, ella arranca sus plumas más suaves para que sus bebés sientan la comodidad al nacer.

 

El momento en que los polluelos abren sus ojitos y dan sus primeras señales de vida, la madre con llena de felicidad y sentido de protección lleva el alimento para sus bebés. Pero al pasar del tiempo, cuando ellos crecen y se fortalecen como águilas jóvenes, la madre debe tomar una decisión, puesto que en el nido no caben todos, es necesario que aprendan a volar ¿Qué es lo primero que hace la madre águila? Retira la comodidad y vota del nido todas las plumas.

 

Cuando tomamos la decisión de seguir a Cristo y damos nuestros primeros pasos, todo es hermoso y la vida se pinta de colores, pero en el momento en que empiezan las pruebas, es donde nos preguntamos si estamos en el camino correcto, porque todo pareciera indicar lo contrario, pero Dios nos dice: es necesario un tiempo de entrenamiento para alcanzar la madurez espiritual.

 

Entonces el águila madre toma al joven águila de la nuca y lo lleva hacia las alturas y cuando ha llegado a una altura considerable, lo suelta para que éste agite sus alas y empiece a volar. Tal vez para el águila joven esto es incomprensible, que su propia madre lo lance al vacío sabiendo que podría caer, pero no se percata de que ella estaría sosteniéndolo en cada una de sus caídas, esto lo hace una y otra vez hasta que el águila joven emprenda el vuelo por sí solo.

 

Es posible que cuando te encuentres en problemas sientas la distancia de Dios en tu vida, como si realmente Él se hubiera apartado de ti. ¡NO temas! Todo esto es parte del proceso, Él no te soltará de sus manos, sólo quiere ayudarte a conquistar las alturas de la madurez espiritual, porque entonces podrás desarrollar la visión de un águila y verás con claridad lo que los demás no podrán ver.

 

Que tu vida tome aliento para que a pesar de lo que puedas estar viviendo sigas agitando tus alas y emprendas el vuelo, Dios promete estar contigo para cuidarte y protegerte como a la niña de sus ojos.

 

Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará. Deuteronomio 31:6 (NVI)