Por segunda vez

Un niño, de nombre Guillermo, vivía junto a las costas del mar y disfrutaba navegar junto a su padre quien era pescador.

 

Guillermo tomó la decisión de crear un barquito con sus propias manos, talló un trozo de madera dándole forma de un barco pequeño. Él amaba su barquito y jugaba haciéndolo navegar en el agua, pasaba mucho tiempo junto a su juguete.

 

Un día su barco fue arrastrado por el agua mar adentro y él no pudo hacer nada, fue golpeado por las olas contra las piedras, lo que le ocasionó daños muy fuertes; después que el barquito naufragara por muchos días fue encontrado por un hombre que lo restauró y lo pintó para poder venderlo en su tienda.

 

Al pasear Guillermo por la plaza del pueblo, vio en una vitrina un barquito que reconoció inmediatamente. Entrando a la tienda le expresó al vendedor que él era el dueño del barco que estaba en el mostrador, el hombre contestó lo siguiente: Ese barquito tiene un precio, el cual debe ser pagado.

 

El niño salió presuroso de la tienda con rumbo a su casa, entró en su habitación y rompió su alcancía donde tenía sus ahorros, tomando todo su dinero fue y pagó el precio demandado para poder recuperar su barco. Con lágrimas en sus ojos dijo: Te tengo de nuevo conmigo.

 

Dios hizo lo mismo por nosotros, pagó precio de sangre para poder recuperarnos cuando estábamos perdidos y sin rumbo.

 

“Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:20

 

Aprende a valorar lo Jesús hizo por ti, te amó tanto que entregó hasta la última gota de su sangre y en la cruz pagó el precio de tu salvación con su propia vida. ¡Su amor es incomparable!

 

Por Miguel Ángel Veizaga